Despues del secuestro que marco su carrera

¿Por qué no me salvaste?" – El verdadero punto de quiebre
Todo cambió tras el secuestro de Bakugo por parte de la Liga de Villanos.
En lugar de quebrarse, Bakugo resistió. Se negó a unirse a ellos, se aferró a su camino de héroe, aunque por dentro, algo en él ya se estaba desmoronando. Esa experiencia no solo lo dejó físicamente agotado, sino emocionalmente fracturado. Fue el primer momento en que Bakugo se sintió... débil.
Y entonces llegó la verdad.
La batalla de All Might contra All For One no solo fue una lucha entre dos titanes. Fue el final de una era.
All Might, su ídolo, cayó.
Y Bakugo sintió que todo fue su culpa.
Ese peso lo llevó al borde. Ya no podía callarlo más. Una noche, sin espectadores ni jueces, retó a Izuku a un combate clandestino en el patio de la U.A. No era una pelea cualquiera. Era una explosión de culpa, rabia y necesidad de entender.
Durante el combate, entre explosiones y gritos, soltó lo que por años había guardado:
"¡¿Por qué no me salvaste ese día?!"
No hablaba solo de aquella batalla. Hablaba de toda su vida. De cómo siempre sintió que Izuku lo miraba con lástima. De cómo, incluso sin poder, intentaba ayudarlo. De cómo eso lo hacía sentir pequeño, inútil... indigno de ser el número uno.
Fue ahí cuando por fin entendimos todo:
Bakugo no odiaba a Izuku.
Se odiaba a sí mismo por no ser el héroe que siempre creyó que debía ser.
Y por primera vez, Izuku lo escuchó de verdad.
Y no lo juzgó. No lo humilló. Solo le tendió la mano.

Amistad, redención y respeto (Primera parte: la transformación silenciosa)
Después de aquella noche, algo en Bakugo cambió… pero no de forma evidente. Él no es de los que expresan sus emociones fácilmente, y mucho menos de los que piden perdón con palabras. Pero sus actos empezaron a hablar por él.
Bakugo comenzó a observar. A estudiar. A entender que su poder, por grande que fuera, no lo hacía invencible. Por primera vez, aceptó que había cosas que no podía controlar, y una de ellas era el crecimiento de Izuku.
En los entrenamientos dejó de gritar tanto y empezó a medir sus palabras. Ya no era solo "ganar por ganar", sino entrenar para ser mejor héroe, y esa meta la empezó a compartir, aunque en silencio, con Izuku.
Aun con su orgullo intacto, lo vimos hacer cosas que antes parecían imposibles:
-
Cubrir a Izuku durante batallas sin que nadie se lo pidiera.
-
Tomar decisiones en equipo, escuchando a sus compañeros.
-
Frustrarse no por ser superado, sino por no ser suficientemente bueno para proteger.
En el fondo, Bakugo siempre quiso ser un héroe que pudiera salvarlo todo. Pero también empezó a entender que ser héroe no es cuestión de ser el más fuerte…
…es cuestión de ser el más humano.
Lo más impresionante es que nunca pidió reconocimiento. No buscó que nadie notara su cambio.
Simplemente lo hizo. Porque entendió que tenía que hacerlo.
Y ese cambio, silencioso pero firme, fue lo que finalmente empezó a ganarle el respeto —no solo de Izuku, sino de todos los que antes solo lo veían como un tipo explosivo y violento.